Foucault: La Arqueología del Saber – El orden del Discurso – Microfísica del
Poder
Foucault recorre en su obra filosófica el camino que va de la
arqueología del saber (condiciones de posibilidad de una episteme y sus
discursos derivados) a la genealogía del sujeto moderno (construcción del
sujeto a través de diversas prácticas de control y vigilancia), del análisis
arqueológico de la modernidad, al análisis genealógico de la subjetividad
moderna, de las condiciones de producción del hombre moderno.
Foucault comienza hablándonos de un poder que construye saberes para
pasar a hablarnos de un poder que construye sujetos y formas de vida.
Si bien Foucault no
resuelve la superación del momento estructuralista y el status de la concepción
de discurso de igual modo que los autores denominados “postestructuralistas”,
podemos equiparar estas teorías en relación a su carácter crítico hacia la
Modernidad.
Es en la etapa
genealógica donde las intenciones de Foucault consisten en criticar,
particularmente, la “voluntad de verdad” moderna.
Su metodología es la de
la problematización. El la define así: “Se trata de conseguir
que todo aquello que damos por evidente, que damos por seguro, que se presenta
como incuestionable, se torne precisamente problemático, y necesite ser
repensado. Es lograr entender el cómo y el por qué algo ha adquirido su status
de evidencia incuestionable”.
La Arqueología del Saber - 1969
La arqueología del
saber es un texto metodológico. Foucault reflexiona de qué modo ha realizado
sus investigaciones, el origen de la clínica, de la locura, etc. Es un análisis
del discurso bajo la forma de archivo. Aparecen los conceptos de enunciado
y relaciones de enunciados como modos de entender el funcionamiento del campo
de los discursos. Define a la arqueología
como el análisis de las condiciones de posibilidad de un discurso, de su
contexto de producción, de las reglas que rigen la construcción de un enunciado.
Aunque la noción de poder aparece (cuando habla por ejemplo de la exclusión/prohibición),
es recién a partir de El Orden del Discurso,
cuando el poder se instala y la arqueología pasa a ser genealogía.
En la genealogía,
el énfasis está puesto en las condiciones de posibilidad de la
emergencia de un discurso o de otro. Pensar las formaciones desde una óptica de
las condiciones de posibilidad de su emergencia. El concepto de discurso es
central en Foucault. El problema del saber
y la verdad en la etapa de la arqueología. El problema del poder y la
verdad en la etapa de la geneaología.
Cambio en el modo de hacer
historia o de estudiar la historia
Comienza su texto diciendo
que desde hace dos décadas la atención de los historiadores se ha fijado en los
largos periodos tratando de sacar a la luz, los equilibrios estables y
difíciles de alterar que hay detrás de todas las peripecias. Su concepto
central era el de la continuidad. En provecho de las estructuras más firmes
borraban la irrupción de los acontecimientos.
Actualmente, los
historiadores han podido distinguir capas sedimentarias con rupturas que
sustituyeron a las sucesiones lineales. Buscan detectar las incidencias de las
irrupciones. Se paso de la linealidad a
la diversidad de estratos o de estructuras. Se busca un nuevo tipo de
racionalidad y de descifrar sus múltiples efectos. Se privilegia la ruptura
sobre la continuidad. A partir de una ruptura emerge una nueva racionalidad.
Revisión del valor del
documento.
Introducción
Tradicionalmente, el
objetivo del documento era reconstruir el pasado. Interpretar el pasado.
Verificar la validez del documento. Considerado como memoria colectiva. Poseía
el estatuto de registro. La historia era la memoria de los hechos mismos que se
registraban en un documento, que debía ser validado, que remitían a un pasado,
un hecho, un monumento. Se intentaba llegar a los hechos mismos. El objetivo
era reconstituir a partir de lo que dicen los documentos el pasado del que
emanaban.
Actualmente la historia ha
cambiado de posición respecto del documento. Se atribuye como tarea principal
trabajarlo desde el interior y elaborarlo. La historia lo organiza, lo recorta,
lo ordena. El documento ya no es una materia inerte, trata de definir en el
propio tejido documental unidades, conjuntos, series, relaciones. Hay que
dejar afuera el pasado como monumento. El documento es un tejido que reorganiza
el pasado. Nunca se llega a los hechos mismos, al pasado. No pensar en cómo
fueron los hechos sino pensar qué operaciones se realizaron, qué relaciones se
establecieron, qué series se formaron, qué unidades se establecieron.
Consecuencias:
- Reactualización de
periodos extensos. Fijar series y sus límites.
- Paso de la continuidad a
la discontinuidad. La discontinuidad constituye una operación del historiador.
El historiador intenta descubrir los límites de un proceso, el punto de
inflexión. La discontinuidad adopta una forma y una función en esta nueva
manera de hacer historia. Es un concepto operativo.
- La posibilidad de una
historia global comienza a borrarse. Comienza a esbozarse en su lugar una historia
general. Se consideraba la historia como un conjunto de civilizaciones,
coherente, reducidas a una lógica común, a un principio simple, una linealidad.
Actualmente, la nueva tendencia es determinar los juegos de series, qué
sistemas forman, distintas instancias y sus relaciones, basado en un espacio de
dispersión.
- Nueva metodología. No
transferir a la historia un método estructuralista sino desplegar principios y
consecuencias de una transformación en el saber histórico. No utilizar
categorías de las totalidades culturales para imponer un análisis estructural.
Establecer un método de análisis histórico librándose del antropocentrismo.
Formular nuevos instrumentos.
Continúa su texto hablando
de los dos descentramientos que ha sufrido el sujeto. El del marxismo y el del
psicoanálisis. F. afirma que debemos desatar las últimas sujeciones
antropológicas.
Las unidades del discurso
Hay que librarse de nociones
que suponen continuidades. Se trata de analizar conjuntos de enunciados que
en la época de su formulación estaban distribuidos, dispersos y caracterizados
de una manera totalmente distinta. Por ej. ni la literatura ni la política
articulaban el campo del discurso en los siglo XVII o XVIII como lo han hecho
en el siglo XIX.
Jamás es posible asignar en
el orden del discurso la irrupción de un acontecimiento verdadero. Más allá de
todo comienzo aparente hay siempre un origen secreto y tan originario que no se
le puede nunca captar del todo. Todo
discurso reposa sobre un discurso ya dicho. Cuando habla de un discurso
"ya dicho" no se refiere a que haya sido pronunciado sino como un
discurso sin cuerpo.
En el análisis histórico hay
que estar dispuesto a acoger cada momento del discurso en su irrupción de
acontecimiento. En la coyuntura aparece la dispersión temporal. El
acontecimiento es único pero será repetido, sabido, olvidado, transformado, reactivado
y borrado. No hay que devolver el discurso a la lejana presencia del origen,
hay que tratarlo en el juego de su instancia. En la descripción de los
acontecimientos del discurso debemos preguntarnos: ¿Cómo es que ha aparecido
tal enunciado y ningún otro en su lugar?
Las formaciones discursivas
F. propone el término
formación discursiva para reemplazar el concepto de unidad. Las unidades discursivas tienen reglas que
hacen posible la aparición, permanencia, singularidad y la transformación de un
objeto. Cuando en esta descripción de los sistemas de dispersión encontramos
entre cierto número de enunciados, conceptos, elecciones temáticas, una regularidad, se dirá que se trata de
una formación discursiva. A las condiciones a las que están sometidos
los elementos de esa repartición (objetos, modalidad de enunciación etc.) se
les llamará reglas de formación. Son condiciones de existencia en una repartición discursiva determinada.
Hay que buscar en la dispersión la regularidad: el orden de aparición, la
simultaneidad, las posiciones en un espacio común, un funcionamiento recíproco.
Lo que se ha descripto con
el nombre de formación discursiva son en sentido estricto grupos de enunciados.
Conjuntos de actuaciones verbales que no están ligadas entre sí al nivel de las
frases por lazos gramaticales, ni al nivel de las proposiciones por lazos
lógicos, ni psicológicos. Están ligadas al nivel de los enunciados. Es
el sistema general enunciativo al que obedece un grupo de actuaciones verbales.
Un enunciado pertenece a una formación discursiva como una frase pertenece a un
texto. Se llamará discurso a un conjunto de enunciados en tanto que dependan de
la misma formación discursiva.
Nosotros vimos un concepto
de formación discursiva en Pêcheux, que sería como un discípulo de
Althusser, que también habla de formaciones discursivas y las define como lo
que determinan lo que puede y lo que debe ser dicho. Configura el campo de enunciados posibles sin
que el hablante se percate de ello. Sin
que sea consciente de que es hablado por una formación discursiva. La noción de formación discursiva de Foucault
no es exactamente la misma pero no deja de tener, sin embargo, puntos de
contacto: reglas para la formación de objetos y de enunciados. Pero también está esta idea de que hay una
formación discursiva que nos habla y por la cual estamos atravesados, pese a lo
cual vivimos creyendo que somos cada uno de nosotros los que definimos qué
decir y con qué alcance.
El sujeto se constituye en el discurso. Se aproxima mucho a lo que dice la teoría de
la enunciación, por lo menos, de Benveniste en adelante, que dice que el sujeto
se constituye como tal en y por la enunciación.
No está antes y por fuera de los procesos enunciativos sino que es
sujeto es el que puede decir YO. Ahí es
como se constituye como sujeto. Cuando Foucault dice que el sujeto se constituye
en el discurso, está planteando algo semejante a lo que la teoría de la
enunciación.
El Orden
del discurso - 1970
De lo que habla Foucault
en El orden del discurso es de los
dispositivos que desde afuera o desde adentro del discurso, sirven para darle
un orden al campo de las significaciones posibles en la vida social. Luego, en las entrevistas que hay después de El orden del discurso de Foucault, se
puede leer, además de su concepción general del problema del poder y del efecto
de verdad en el discurso, también están las definiciones de Foucault respecto
del marxismo y del psicoanálisis y se ve cómo es crítico de ambas.
Quienes se han dedicado a analizar la obra de Foucault
dicen que podría decirse que es una obra vertebrada, organizada alrededor de
dos grandes interrogantes:
1.
La pregunta por el saber y el desarrollo
de un método que es el arqueológico
y
2.
La pregunta por el poder y el desarrollo
de un método denominado genealógico.
Hay dos
etapas, entonces, en la
producción teórica de Foucault: 1954 – 1969, que tiene que ver con la pregunta
por el saber; y la etapa de la pregunta
por el poder que se abre con El orden del
discurso, que es de 1970. Aquí
también entra Vigilar y castigar y lo
que alcanza a desarrollar de la Historia
de la sexualidad. En 1984 lo
sorprendió la muerte y la Historia de la
sexualidad quedó inconclusa.
En esta segunda etapa de su producción, él dice que el
concepto de poder ha sido un concepto implícito a lo largo de todo su
trabajo. A nosotros nos interesa traer a Foucault para pensar las relaciones de
poder y su relación con el discurso.
En realidad, lo que hay en el conjunto de la producción de Foucault es
una serie de conceptos que están estrechamente vinculados entre sí, que se van
implicando recíprocamente: saber,
discurso, poder. Aparecen en
Foucault y con el concepto de discurso
jugando un papel articulador, jugando un rol especial.
Sin embargo, no es
fácil encontrar definiciones explícitas respecto de lo que Foucault entiende
por discurso. Al mismo tiempo es una
categoría que aparece en Foucault muy marcada por lo que han sido sus propias
investigaciones: la locura, la clínica, el castigo, la sexualidad, etc. Justamente, por tratarse de esos objetos de
investigación, podríamos suponer que
piensa el discurso, fundamentalmente, como lo verbal porque, tratándose de
investigaciones que se preocupan por establecer qué significación se le
atribuye socialmente en determinado momento a la locura, o a la sexualidad, él
conforma un cuerpo de textos escritos.
No puede recuperar de otra forma las significaciones que circularon en
el pasado.
Sin embargo, el
discurso atraviesa los cuerpos y se inscribe en ellos. Es decir, va más allá de lo verbal y tiene que ver con el modo en el que
socialmente se instituyen significaciones.
Por ejemplo: le interesa saber cómo se instituye y cómo fue
modificándose la significación locura.
En ningún momento se propone saber qué es la locura en sí misma, sino
que la concibe como una significación histórica contingente y cambiante, y
analiza porqué en determinados momentos se instituye en tal significación y no
en otra. O sea, le interesan los procesos discursivos como procesos de construcción de
significaciones. Se enmarca en una
perspectiva anti-esencialista (Derrida) o anti-sustancialista. La idea de que no podemos develar lo que las cosas son, sino más bien qué significan. Remarca dos
características del discurso que le parecen importantes:
A.
Tiene el
carácter de un acontecimiento, de un
suceso.
B.
Posee
cierta materialidad.
Estas características vuelven al discurso peligroso, dice
Foucault, y por eso en este texto – que
es El orden del discurso – va a
hablar de los procedimientos de control que las sociedades establecen para
conjurar los peligros que significan los discursos. Es un suceso porque cualquier discurso
implica una cierta irrupción en el tiempo que introduce aunque sea una mínima
discontinuidad. Siempre hay un elemento
de novedad: “un enunciado es un acontecimiento que la lengua no puede
agotar”, se
repite el mismo enunciado y el significado varía. No es posible repetirlo.
Nos encontramos aquí con una idea que está presente en
otros autores, aunque de otra manera. En
Pêcheux la categoría discurso va más
allá de la lingüística. No solamente
porque el discurso va más allá del límite de la frase y se ocupa de
encadenamientos trans-oracionales, sino también porque el discurso supone siempre un uso situado del lenguaje, supone unos
arranques que están ubicados en un tiempo y en un lugar. Un
contexto social que es constitutivo, que no es algo haya que agregar
después, sino que hay que tenerlo contemplado desde el vamos.
Este carácter de acontecimiento que le atribuye Foucault
al discurso es lo que lo llevó a distanciarse del estructuralismo. En algún momento de El orden del discurso, Foucault se hace cargo de que lo han llamado
estructuralista y dice que el estructuralismo ha sido un esfuerzo sistemático
por evacuar la noción de suceso, de acontecimiento. Lo pensable era la estructura. Detrás de la multiplicidad de fenómenos que
aparecen entre nosotros, se buscan estructuras invariantes. Él, sin embargo, señala la necesidad de
pensar los acontecimientos, los sucesos.
En ese sentido, nadie es más anti
– estructuralista que él.
Foucault no cree tampoco que sea posible un análisis
inmanente de los discursos. No se puede
analizar al discurso mismo tratando de encontrar lo que sería su sentido
último. A Foucault le interesa establecer las condiciones de posibilidad de un
discurso. Es decir, la pregunta que se
formula a través de su método arqueológico es porqué, en un determinado momento
y en un determinado lugar, apareció tal discurso y no tal otro. Es completamente diferente al análisis
que haría la lingüística, que, frente a un enunciado, intentaría inferir las
reglas con las que fue construido.
Inferidas esas reglas, podría decir que son muchos los discursos que
podrían producirse. El mecanismo de análisis sería poner en relación a un discurso con sus condiciones de posibilidad, concepto que tiene algún
parentesco con el de condiciones de producción.
Hay un punto que conviene mencionar porque está
desarrollado en los propios textos.
Cuando lean a Laclau, verán
que formula una crítica a Foucault por
sostener la existencia de algo que es extra-discursivo. Por establecer una distinción entre discurso
y lo que no es discurso. Laclau – que
tiene un concepto muy amplio de discurso y que cuestiona la idea de lo
extra-discursivo – dice que ahí hay una suerte de incongruencia. Hay distintas maneras de interpretarlo. En un momento de La arqueología del saber, Foucault dice: “Buscamos comprender cómo los enunciados pueden articularse sobre
acontecimientos cuya naturaleza no es discursiva, y pueden ser de orden
técnico, práctico, económico, social, político, etc. Buscamos describir un juego de relaciones
entre acontecimientos discursivos y otros sistemas exteriores a él”.
Caletti planteó varias veces que, quizá, también pueda
reinterpretarse esto como una distinción metodológica: las condiciones de
posibilidad son, por definición, exteriores a la formación discursiva que uno
está analizando y que, por eso, pueden llamarse extra-discursivas pero que, sin
embargo, también podrían ser considerados otros discursos anteriores, que han
sido condiciones de posibilidad. Si lo
analizamos de esta forma, es una distinción metodológica y tendría menos peso
la crítica de Laclau.
El orden
del discurso es un texto de 1970. Al principio, hace una serie de afirmaciones:
frente a ese poder de enunciación infinito que creemos tener, diría Pêcheux,
frente a la ilusión del sujeto de ser origen del sentido, frente a la idea de
“yo digo lo que quiero”, frente a la idea que viene de la lingüística
saussureana tradicional de que la lengua es reglada pero el habla es libre, es
el campo de expansión de la libertad del sujeto, frente a esa idea, Foucault
dice que no es posible hablar de todo y en cualquier circunstancia. Dice que cualquiera no puede decir cualquier
cosa.
El discurso, que tiene carácter de acontecimiento, que posee una
materialidad que le es propia, implica un peligro, porque está íntimamente
relacionado con el poder. Entonces,
todas las sociedades han desarrollado procedimientos de control del
discurso. Mecanismos de exclusión que
buscan limitar de distinto modo los discursos posibles.
También señala la relación estrecha que existe entre
discurso y poder. El discurso no traduce las luchas de poder sino que es aquello por lo
que se lucha. Las operaciones
discursivas son constitutivas de las relaciones de poder. Es decir, Foucault no está preocupado por el discurso del poder sino por el poder
del discurso.
Habla de tres grandes tipos de sistemas de exclusión por el control:
A.
Procedimientos
externos o prohibiciones
1)
La
palabra prohibida
2)
La
separación de la locura
3)
La
voluntad de verdad.
B.
Procedimientos
internos
1)
El
comentario
2)
El autor
3)
Las
disciplinas.
A. Procedimientos
externos o prohibiciones.
No les atribuye la misma jerarquía.
A.
1) La
palabra prohibida. No se puede hablar de
todo. Existen determinados tabúes. Este principio varía dependiendo de las
sociedades. Foucault dice que están
fundamentalmente relacionados con el campo de la política y la sexualidad. Los campos que tienen que ver con el poder y
con el deseo. Allí es donde aparecen
estos tabúes, incluso en sociedades como las nuestras que parecen más “liberales”.
A.
2) La
separación de la locura. Es decir, cómo
se ha ido construyendo históricamente la oposición razón – locura y cómo se ha
ido separando la palabra del loco, de distintas maneras. Ya sea considerándola una palabra nula, que
no tiene valor, por ejemplo, en un proceso judicial sería declarado nulo el
testimonio de un loco. O bien,
separándola de la razón, dándole un testimonio privilegiado como revelador de
verdades secretas que hay que interpretar, pero que está ahí. En cualquier caso, separación de la locura de
la razón. Una separación que es variable
históricamente.
A.
3) La voluntad de verdad es la más
importante de todas. Por lo menos,
para Occidente moderno ha ido ganando en importancia y han ido derivando hacia ella o condensándose en ella los demás
procedimientos de control.
Estos mecanismos tienen que ver con la separación de lo
verdadero y de lo falso. Esto nos
vincula con la concepción de la verdad
en Foucault. Naturalmente él piensa
que el problema de la verdad es un problema interno a la producción
discursiva. Nunca escribiría verdad con
mayúscula o con minúscula. La verdad es lo que ha construido cada
sociedad en cada momento y eso ha ido variando en el tiempo. La importancia de la existencia de un régimen
de verdad o de una política de verdad.
Un régimen de verdad es un conjunto de reglas que sirven para distinguir
los enunciados verdaderos de los enunciados falsos. Lo que resulta creíble y lo que resulta
increíble. En eso consiste la verdad, en
un conjunto de procedimientos, reglamentos para la producción, circulación y
funcionamiento de los enunciados.
¿Por qué es un mecanismo de control del discurso y de los
más importantes? Porque no se puede
decir cualquier cosa y porque lo que uno dice, para que sea tomado en serio,
tiene que decir la verdad. Ahora, esto
para Foucault quiere decir someterse al régimen de verdad, a la política de
verdad que está vigente en ese momento, en ese lugar. Obviamente que esto tiene también efectos de
poder. Es una sociedad entera la que, de
distinto modo, con distinta participación de diferentes actores, construye
históricamente un régimen de verdad.
Esto está vinculado con la discusión de Foucault respecto
del papel de los intelectuales:
·
intelectual
universal
·
intelectual
específico.
El intelectual universal quería convertirse en voz de los
que no tienen voz. Intervenía desde su
posición de intelectual, desde los más diversos asuntos y, en gran medida, esa
intervención era mediante una crítica ideológica del contenido. Está pensando, por ejemplo, en Sartre, que
interviene en la vida pública, se compromete, pero como una especie de agente
que se encargaba de crear conciencia a donde no la hay.
Frente a eso, Foucault defiende la idea de un intelectual
específico, que no intenta intervenir en todos los asuntos, sino en los que son
de su incumbencia. El intelectual no debe criticar contenidos ideológicos sino que debe
intentar constituir una nueva política de verdad. Es fundamental trabajar sobre el régimen de
verdad vigente. Discutir la política
de verdad de una sociedad. Piensa, por
ejemplo, en los físicos que se han convertido en militantes por la paz o contra
el desarrollo del armamentismo y, seguramente, se está pensando a sí mismo. Por
último afirma que hay que pensar los problemas políticos de los intelectuales
no en términos de ciencia/ideología sino de verdad/poder.
B.
Procedimientos
internos.
Luego, habla de procedimientos internos porque, en este
caso, son los discursos mismos los que ejercen su control. En general, estos mecanismos permiten
producir discursos. No sólo impiden o
censuran sino que tienen un papel productivo pero en el marco de ciertas
restricciones. Posibilita la aparición
de discursos pero siempre sometidos a ciertas reglas.
B.
1) El
comentario. Hay discursos que se dicen
una vez y listo y otros que son comentados, por ejemplo, la interpretación de
la ley o la interpretación de los textos sagrados. Son
comentarios que quieren controlar las interpretaciones posibles.
B. 2) El autor va
a criticar la idea de que se utilice la idea de otro como principio de
reagrupamiento de ciertos discursos. Es otra ilusión esta idea de autor. Sería una especie de prolongación de la idea
de que el sujeto es origen del sentido.
Para entender un discurso hay que remitirse a todo un campo de otros
discursos y no a la vida, las circunstancias existenciales de un autor
determinado. F. Considera al autor, no como el individuo que habla y
que ha pronunciado o escrito un texto, sino como principio de agrupación del
discurso, como unidad y origen de sus significaciones. Existen bastantes
discursos que circulan sin poder atribuirle su sentido o su eficacia a un autor
en particular.
B. 3) Las disciplinas, por ejemplo, las científicas, la
biología, la botánica. Las disciplinas
disciplinan, reglan, forman. Se definen
por un ámbito de objetos, conjunto de métodos, etc. Permiten la proliferación
de discursos pero en un marco fuertemente reglado. Son un principio de control
de producción de discursos.
Por último, hay procedimientos de selección de los
sujetos que hablan que son, al mismo tiempo, procedimientos de selección de los
sujetos que escuchan. Hay sujetos que
hablan, otros que escuchan, etc. Aquí
incluye los rituales: rituales religiosos, judiciales y políticos. Por ejemplo: los rituales del discurso
parlamentario. O sea, son casos en los
que existe una cierta puesta en escena a la que hay que someterse.
Habla de sociedad y de discurso. Todavía hay sociedades de discurso en el sentido
de que hay ciertas sociedades que siguen manteniendo los discursos en un grupo
cerrado. Son grupos doctrinarios. Es propio de toda doctrina distinguir entre
ortodoxos y herejes y condenar la herejía.
Por último, adecuación social del discurso. Aquí habla del papel fuerte que cumple la
educación. En nuestras sociedades, la
educación parece como un lugar que posibilita a muchos el acceso a determinados
discursos. Sin embargo, la educación en todos lados está ligada a
determinadas luchas sociales.
Respecto de las cuestiones metodológicas:
En la historia tradicional de las ideas para el análisis
se buscaba el punto de la creación, la unidad de la obra, de una época o de un
tema, la marca de la originalidad individual y el tesoro indefinido de las
significaciones dispersas. Las nociones dominantes fueron: significación,
originalidad, unidad y creación. Propone reemplazarlas por: condiciones de
posibilidad, regularidad, serie y acontecimiento.
Lo importante es que la historia no considere un acontecimiento
sin definir la serie de la que forma parte, y sin intentar conocer la
regularidad de los fenómenos. El acontecimiento consiste en la relación,
intersección, selección de elementos materiales.
Microfísica del poder
Foucault confiesa que El Orden Del Discurso fue un texto que escribió en un momento de transición.
Hasta ese momento aceptaba la concepción tradicional del poder como mecanismo
esencialmente jurídico. Años más tarde la consideró inadecuada. Cuando estudió
el caso de la penalidad se convenció de que
el análisis no debía hacerse en términos de derecho, sino en términos de
tecnología, de táctica, estrategia etc. Esta sustitución de un esquema
jurídico y negativo por otro técnico y estratégico es lo que ha intentado
elaborar en Vigilar y Castigar y La Historia de la sexualidad.
En verdad y poder, Foucault se refiere a su relación con
la noción de ideología: “La noción de ideología me parece difícilmente utilizable
por tres razones. La primera es que, se
quiera o no, está siempre en oposición virtual a algo que sería la verdad. Ahora bien, yo creo que el problema no está
en hacer la partición entre lo que, en un discurso, evidencia la cientificidad
y la verdad y lo que evidencia otra cosa, sino ver históricamente cómo se
producen los efectos de verdad en el interior de los discursos que no son en sí
mismos ni verdaderos ni falsos. Segundo
inconveniente, es que se refiere, pienso, necesariamente a algo como a un
sujeto. Y tercero, la ideología está en
posición secundaria respecto a algo que debe funcionar para ella como
infraestructura o determinante económico, material, etc. Por estas tres razones, creo que es un noción
que no puede ser utilizada sin precaución”.
Implica un sujeto. Supone el par infraestructura -
superestructura. Piensa en que hay un
orden material que es reflejado en un orden superestructural. ¿Cómo se relaciona esta crítica con los otros
autores? Evidentemente, estos
supuestos que lo llevan a él a descartar esta noción de ideología tiene que ver
con la noción más clásica de ideología.
El concepto ha sido objeto de múltiples críticas y reformulaciones. Hay autores que prefieren descartarlo, como
es el caso de Foucault y otros que prefieren reformularlo. Laclau compartiría, en buena medida, estas
objeciones que plantea Foucault; sin embargo, él en Muerte y resurrección
de la teoría de la ideología redefine y termina por completo y se abre mucho de
lo que era la noción clásica. Pêcheux
no es tan absoluto, pero rescata la idea de formaciones ideológicas, pero lo
plantea de otra manera.
Respecto de la noción de sujeto, Foucault cree que el
sujeto es un efecto del discurso. El
sujeto se constituye en el discurso.
Como otros autores, no cree en esa ilusión del sujeto como origen del
sentido, el que decide qué decir. Foucault
piensa que creemos que hablamos los discursos pero, en realidad, somos hablados
por los discursos. Necesariamente
debemos inscribirnos en una red de discursos que nos antecede y nos
excede. Somos un punto en esa red de
discursos.
Por razones semejantes a las que rechaza la noción de sujeto como sujeto libre, como voluntad soberana,
va a rechazar la noción de autor.
Cualquier texto debe ser inscripto, para ser comprendido, en una serie
de discursos. Se inscribe en una red de discursos
y allí es donde adquiere su sentido.
Esto no tienen nada que ver con las intenciones de un sujeto
hablante.
Respecto de la noción de poder, afirma que se construye y
funciona a partir de poderes de multitud de cuestiones y de efectos de poder.
Es este el dominio complejo que hay que estudiar. El poder no es independiente,
no puede descifrarse sin tener en cuenta el proceso económico y las relaciones
de producción. La idea de que la fuente del poder estaría en el Estado ha
agotado su fecundidad histórica. El proceso inverso me parece más rico. Cada
relación de poder reenvía a un campo político del que forma parte. Una política
es una estrategia más o menos global que intenta coordinar y darles un sentido
a estas relaciones de fuerza. Foucault especula acerca de porqué fue
enunciada tardíamente esta noción y había impedimentos políticos para
pensarlo. Desde la derecha, se hablaba
del poder en términos de soberanía, en términos de ley. La derecha denunciaba el totalitarismo
soviético. Desde la izquierda, se
hablaba del poder en términos de aparato de Estado. Se denunciaba la dominación de clase. Pero no se podía pensar en los mecanismos
concretos de funcionamiento del poder, sus tácticas y estrategias
concretas. Fue a partir del Mayo Francés
de 1968 donde se dieron las condiciones que hicieron posible otro tipo de
reflexión acerca del poder. El poder
no es un atributo. No es algo que se
tiene o no se tiene. No es una potencia
de la que algunos estarían dotados y otros no.
El poder es el nombre que le damos a una relación. El poder nombra una relación. El poder alude al estado de una relación de
fuerzas. Relación que, por definición,
es desigual, es asimétrica. El poder
circula. En esta concepción que está
proponiendo, el poder no es algo que se posee sino que circula.
En segundo lugar, el poder no tiene un lugar
fijo. No tiene unas sedes claramente
localizables. No es un conjunto de
instituciones o de aparatos. El poder
está en todos lados. Hay que prestar
atención a las microfísicas del poder, es decir, a la presencia de esas
relaciones asimétricas de fuerza en la familia, en la vida cotidiana, en el trabajo. En todos los ámbitos. El problema es que la concepción tradicional
del poder privilegiaba ciertos ámbitos y subestimaba otros. El poder está en todos lados y funciona a
través de una organización reticular.
Debe su eficacia a su irrigación capilar, haciendo una suerte de
analogía con el sistema circulatorio. El
poder se irriga capilarmente, atraviesa todas las relaciones sociales, incluso
las que antes eran consideradas menos significativas.
Entonces, si el poder está en todos lados, está señalando
que para dar pelea, no hay un lugar privilegiado. Hay que dar pelea simultáneamente en
múltiples frentes, donde también están en juego las relaciones de poder.
En tercer lugar, añade que el poder está constituido por
una red de consensos. Supone el
reconocimiento que cada uno hace del lugar que ocupa el otro. Hay una complicidad que compromete a todas
las partes, a los que podríamos considerar dominantes y dominados. Hay cierta complicidad sin la cual no se
mantendría esa relación asimétrica de fuerzas.
No es una imposición unidireccional de arriba hacia abajo. La nota que añade Foucault – y esto se
vincula con la crítica a la noción de ideología: dice Foucault que el poder no
es una superestructura. No está
subordinado a un modo de producción. No
es un epifenómeno. Toda economía
presupone mecanismos de poder que son (inmanentes) constitutivos de ese sistema
económico. No está primero el modo de
producción y luego esto se refleja en determinadas relaciones asimétricas de
poder. Sino que forman parte inseparable
de las relaciones económicas.
No hay poder sin resistencia. Siempre en esa relación asimétrica de fuerzas
hay modos de resistencia al poder. No
hay afuera. Que siempre se esté adentro
no quiere decir que la dominación sea imposible de modificar. Hay resistencias múltiples y esas múltiples
resistencias se pueden integrar en estrategias globales.
No hay que tener del poder una concepción negativa, como
lo que reprime, censura, impide; sino una concepción positiva: el poder produce,
no sólo prohíbe, produce. Por ejemplo: la producción de discursos, pero
siempre en el marco de fuertes resistencias.
Pero no sería tan eficaz y no se podrían sostener las relaciones de
poder si simplemente se limitaran a prohibir.
Esto sería pasar de una concepción negativa a una positiva, algo
vinculado con el punto anterior.
A Foucault le interesa subrayar que el hecho de que el
poder circule no opaca las asimetrías.
No es que minimiza la dominación sino que demuestra porqué es
eficaz. Es eficaz porque es capilar,
porque existen microfísicas del poder.
Eso es lo que lo hace eficaz. Su
articulación con otras relaciones. Las
relaciones micro con las relaciones macro.
Una referencia a la relación poder – discurso. Es una relación compleja, porque el discurso
puede estar, al mismo tiempo, reforzando las relaciones de poder y puede estar
minando las relaciones de poder instituidas.
No hay una relación simple. En
este sentido, Foucault piensa de la relación discurso – poder algo semejante de
lo que piensa respecto de la relación discurso – verdad.
Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su política
general de la verdad, los tipos de discurso que acoge y hace funcionar como
verdaderos, los mecanismos e instancias que permiten distinguir los enunciados
verdaderos o falsos, la manera de sancionar unos u otros etc.
Ante la pregunta de si el marxismo y la fenomenología
constituyeron un obstáculo, responde que podría decirse que sí en la medida en
que es verdad que las personas de su generación han estado alimentadas cuando
eran estudiantes con esas dos formas de análisis: una que reenvía al sujeto
constituyente y otra que reenvía a lo económico en última instancia. Respecto
de la metodología, afirma que es preciso desembarazarse del sujeto
constituyente para llegar a un análisis que pueda dar cuenta de la constitución
del sujeto en la trama histórica, la constitución de los saberes, los
discursos, sin tener que referirse a un sujeto que sea trascendente en relación
al campo de los acontecimientos.
Fuentes utilizadas además de los textos y mis apuntes de téoricos:
http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/pastor46.pdf
http://comu-3.blogspot.com/2010/11/teorico-11-foucault-nocion-de-discurso.html
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