lunes, 20 de febrero de 2012

Laclau – Hegemonía y estrategia socialista


Laclau es argentino, estudió filosofía.  Militante del Partido Socialista de la Izquierda Nacional.  Esta experiencia de militancia política en Argentina lo marcó fuertemente.  Particularmente, con el fenómeno del peronismo. Hegemonía y estrategia socialista (1985) es la obra fundamental.  Lo fundamental de la propuesta teórica de Laclau está en ese libro y lo esencial del libro está en el capítulo tres.

Laclau ha sido caracterizado como un pos-marxista.  Él no se ha llamado a sí mismo de tal manera, pero ha terminado asumiendo esta caracterización.  Acepta ser pos-marxista si eso quiere decir que proviene del marxismo, pero también que quiere ir más allá.  Laclau se llama a sí mismo anti-esencialista.  Reconoce distintas influencias: hay una influencia importante de Derrida en Laclau, sobre todo, en la propuesta de deconstrucción, y también influencias de Lacan.  De él toma el concepto de point de capiton, que Laclau llamará puntos nodales.  También en la concepción de sujeto, Laclau está influencia por la perspectiva de Lacan. 

Cuando Laclau afirma que adopta una postura anti-esencialista es en el sentido que lo plantea Derrida en La escritura y la diferencia. Impuso un punto de vista relacional.  La importancia de pensar los distintos problemas como jugos de relaciones. Saussure también plantea un sistema relacional cuando define la noción de valor. La lengua para él es un sistema donde ningún término se puede definir positivamente.  Cada elemento se define por su relación con otros elementos.  Adquiere un valor diferencial.  Sin embargo Laclau critica esta concepción por ser un sistema cerrado.

 Laclau dice que tiene una postura anti-esencialista y critica al marxismo clásico por esencialista, por ejemplo, cuando plantea la determinación en última instancia por lo económico.  Por ejemplo: cuando piensa las clases sociales como constituidas de antemano, según la relación que los distintos agentes tienen en las relaciones sociales de producción.  O sea, cuando el marxismo plantea una identidad de clase que es anterior y exterior a los procesos sociales y políticos, está planteando una concepción esencialista.  A esto se va a oponer Laclau y va a decir que todas las identidades sociales se definen relacionalmente.  Toda identidad social o política es una construcción discursiva por la cual se define de un modo no necesario sino contingente.  La identidad de los distintos agentes sociales y políticos.  Por lo tanto, toda identidad es precaria, implica una fijación transitoria del sentido.
 
Laclau aclara que es necesario un antagonista para que se constituya un espacio político, pero no está establecido de antemano.  Lo que Laclau quiere llevar adelante es una especie de deconstrucción del marxismo, donde quiere eliminar los riesgos esencialistas que hay del marxismo y quiere plantear una concepción de la política donde no hay necesariedad sino contingencia, donde lo social no está concebido a priori, como un espacio cerrado, sino que lo social es concebido como abierto.  Hay una apertura constitutiva de lo social.
 
En ese marco, es que va proponiendo una serie de categorías.  Por ejemplo, la categoría de articulación.  Es una categoría muy importante.  La articulación es una práctica.  Él habla de prácticas articulatorias.  Son prácticas discursivas en el sentido amplio que le da Laclau a la noción de discurso.  El discurso consiste en prácticas articulatorias que organizan determinados elementos, que contraen relaciones recíprocas entre sí a partir de esa articulación. 

Aquí es importante detenerse en la diferencia entre articulación y mediación.  Si los elementos son considerados, en realidad, momentos necesarios de una totalidad que los trasciende, no estamos hablando de articulación sino de mediación.  Eso es lo que plantea Hegel.  ¿Por qué remite a Hegel?  Por la influencia que Hegel tuvo sobre el marxismo.  Piensen cómo está concebida la historia desde el marxismo clásico: la historia humana es dialéctica.  La historia humana es la historia de la lucha de clases.  Esto es un (a priori) para el marxismo.  Se va a dar a lo largo de la historia el desarrollo de distintos modos de producción.  Habrá una contradicción entre las fuerzas productivas.  Habrá un estallido.  Son todos momentos necesarios de la dialéctica.

Laclau dice que la articulación es contingente y no necesaria.  La construcción del terreno político es una construcción discursiva que da como resultado relaciones contingentes entre identidades que son precarias.  Laclau dice que para que haya articulación, nunca tiene que haber una transición absoluta de los elementos a momentos.  Y agrega una cuestión que aparece también a lo largo del texto: La sociedad es un objeto imposible, porque por un lado no se puede definir positivamente: no se puede decir que la sociedad es esto, porque la sociedad carece de esencia.  No se puede decir de antemano qué es lo que es.  La sociedad no es una totalidad ya plenamente constituida.  Hay una apertura de lo social.  Frente a esa apertura, aparecen distintos órdenes sociales.  Se construye un orden social.  Un orden social es un intento precario de fijación del sentido, de fijación de las identidades pero es un intento a la larga fallado, porque hay una apertura constitutiva de lo social.  Ese concepto de sutura lo toma del psicoanálisis y es un concepto que está implícito en Lacan.  Hablaba de sutura planteando que hay una falta originaria.  Esa falta originaria, ese vacío constitutivo, esa imposibilidad de plenitud de la sociedad, es lo que las prácticas hegemónicas van a intentar llenar.  Hay una totalidad ausente, hay un deseo de plenitud de la comunidad que nunca se concreta pero que es deseada y las prácticas hegemónicas intentan suturar esa falta originaria.

Hay referencias a Althusser.  Laclau reivindica, sobre todo, el concepto althusseriano de sobredeterminación, y dice que es un concepto fundamental.  El problema es que Althusser no lo llevó hasta sus últimas consecuencias y cayó en contradicción porque hablaba de sobredeterminación y, al mismo tiempo, siguió hablando de determinación en última instancia por lo económico y estos dos planteos son inconciliables. Dice Laclau que la mayor importancia de ese concepto está tomado del psicoanálisis.  Proviene de Freud.  Está planteado en La interpretación de los sueños.  Cuando uno afirma que todo lo social está sobredeterminado lo que está diciendo es que lo social se constituye como orden simbólico, que es justamente lo que él está tratando de plantear: la constitución discursiva de lo social. 
Que todas las relaciones sociales están sobredeterminadas, significa que no tienen una literalidad última, que estamos siempre en presencia de formas precarias de fijación, propias de un cierto orden social, que será reemplazado por otro. 

Una y otra vez se encuentra en Laclau una crítica y una concepción de la política vinculada a una posición racionalista, es decir, pensar que los agentes se constituyen en torno a intereses y que negocian o luchan en función de esos intereses de un modo transparente.  Laclau se va a oponer a este punto de vista porque implicaría una constitución a priori de las identidades de los agentes que se agruparon alrededor de esos intereses objetivos. 

Laclau tiene una concepción muy amplia de discurso.  En algún momento dice: mi concepción del discurso es similar a la idea de juegos de lenguaje.  Laclau se propone distinguir palabras de acciones.  Lo discursivo no es lo lingüístico.  Discurso para Laclau es la totalidad estructurada que resulta de las prácticas articulatorias que organizan y constituyen las relaciones sociales.  Critica a Foucault por sostener la existencia de algo que es extra discursivo.  No hay, dice Laclau, prácticas discursivas y no discursivas.  Ningún objeto se constituye al margen de una superficie discursiva de emergencia.  Y da un ejemplo: esto no tiene nada que ver con la alternativa realismo – idealismo.  No es que yo soy un idealista que niega la realidad de las cosas.  En realidad, no pasa por ahí.  Un terremoto es algo que existe y algo que se da con absoluta independencia de mi voluntad.  Nadie niega eso.  Ahora, que yo lo asuma como un fenómeno natural, que tiene que ver con desplazamientos de las capas tectónicas o que lo tome como una expresión de la ira de los Dioses, eso depende de un campo discursivo.   Y no hay manera de convertir al terremoto en objeto si no es poniéndolo en relación con un campo discursivo.  Eso es lo que quiere decir cuando afirma que ningún objeto se constituye al margen de la superficie discursiva de emergencia. Discurso es una categoría abstracta.  Lo que existen son formaciones discursivas.

Laclau dice que así como no es posible la fijación absoluta del sentido, tampoco es posible una no fijación absoluta.  Si hablamos de subvertir el sentido, es porque estamos postulando que existe algún sentido, o sea, existen puntos nodales, esto es, fijaciones parciales del sentido.  Ciertos significantes privilegiados que fijan el sentido de la cadena.  El que no fija ningún sentido es el psicótico.  En el discurso del psicótico no hay ninguna fijación parcial del sentido.  Pero lo que ocurre normalmente, es que hay fijaciones parciales (point de capiton lacaniano). Los puntos nodales significan concentraciones parciales de poder.  En un análisis de un escenario político es fundamental establecer cuáles son los puntos nodales hegemónicos, sabiendo que puede haber varios. 

A lo que quiere llegar, en definitiva, Laclau es a una redefinición de la categoría gramsciana de hegemonía.  Implica una reelaboración, reformulación del concepto.  Ahora, para que haya prácticas articulatorias que den lugar a operaciones hegemónicas, tiene que haber necesariamente significantes flotantes.  Laclau a veces habla de significantes flotantes y a veces de significantes vacíos.  Esto puede confundir: en realidad lo que termina diciendo es que significante vacío y flotante son las dos caras de una misma operación de significación.  Es una distinción analítica. 

En principio, parecen querer decir cosas diferentes: un flotante tiene un exceso de sentido.  Es flotante porque puede ser articulado a una cadena de significantes o a otras.  En principio, un significante vacío es un significante sin significado.  Para que haya flotación, el significante tiene que ser tendencialmente vacío.  Si está lleno, es decir, si está adherido a un significado no puede haber flotación.  Tiene que ser tendencialmente vacío para que se lo pueda articular a una u otra cadena.  Entonces por eso hablar de significante vacío y flotante es hablar de las dos caras de un mismo proceso de significación.

No hay práctica hegemónica sin significantes vacíos.  Práctica hegemónica es una construcción de puntos nodales.  El significante vacío, en sentido estricto, se está vaciando de sentido y que tenga esa tendencia es lo que le permite ser flotante, es decir, articularse a una cadena o a otra.  Hay que ver a qué cadena significante se articula y cómo queda redefinido.
 
El significado es contextual, o sea, el significado de un término es diferencial y sólo se puede establecer poniéndolo en relación con otros términos; por lo tanto, en sentido estricto, es incorrecto decir que un flotante en sí mismo es flotante o vacío.    Hay que ver a qué cadena se articula y qué papel está jugando. Laclau da el ejemplo de Perón, el nombre de Perón, como significante vacío.  En los ’60 el nombre de Perón se había constituido en significante vacío, es decir, articulaba una serie de demandas frente a un antagonista que era el régimen represivo y frente a esas múltiples demandas, cada una de esas demandas es una demanda particular, pero como todas se oponen a un antagonista, se convierten en equivalentes.  Equivalentes en tanto opuestas al antagonista.

Equivalencia y diferencia.  En la constitución de los espacios políticos, en la estructuración de los espacios políticos intervienen de manera distinta estas dos lógicas: la lógica de la equivalencia y la lógica de la diferencia. La lógica de la equivalencia es una lógica de simplificación del campo político, o sea, convierte una serie de demandas particulares – cada una distinta, diferente de la otra – en equivalentes, frente a un antagonista.  La noción de antagonismo es crucial en Laclau, no hay práctica hegemónica sin antagonismo.  La existencia del antagonismo es lo que permite que se desarrolle esta lógica de la equivalencia.  Cuando predomina en la construcción del espacio político la lógica de la diferencia lo que ocurre es que proliferan las demandas particulares y el sistema trata de absorberlas una a una y darles respuestas tratando de que no pierdan su particularidad, es decir, que no se vuelvan equivalentes.  El ejemplo más claro que da Laclau es la constitución, sobre todo en Europa, tras la finalización de la Segunda Guerra, del Estado de Bienestar.  El Estado de Bienestar trataba de dar respuesta a las distintas demandas sociales que iban surgiendo.  Que el sistema absorba esas demandas y que esas demandas no se volvieran equivalentes de manera que se constituya un sujeto popular, un pueblo.  La constitución de un pueblo tiene que ver con la lógica de la equivalencia.  Por ejemplo: el pueblo vs. La oligarquía.  Al mismo tiempo que se construye un pueblo, se está construyendo un adversario, por ejemplo, la oligarquía, y una cosa no se puede dar sin la otra, sin esa frontera porque ambas identidades son relacionales.  Se definen recíprocamente.

La lógica de la diferencia trata de eliminar el papel de los antagonismos.  Pero Laclau dice que nunca se puede imponer de modo absoluto ni la lógica de la equivalencia ni la lógica de la diferencia, sino que siempre operan entremezcladas.  En las prácticas hegemónicas intervienen tanto una lógica como otra.  Si alguna de las dos se impusiera de un modo absoluto, lo cual para Laclau es imposible, sería el fin de la política.  Por ejemplo: si se impone la lógica de la diferencia, no habría política sino administración.  No habría posibilidad de construir un adversario y, sin efecto de frontera, no hay diferencia, hay pura equivalencia.

Respecto del sujeto, critica la concepción que hace de él un agente racional y transparente a sí mismo y critica también a la concepción que ve en él el origen y fundamento de las relaciones sociales. Piensa en Lacan y también cuando habla del sujeto: no hay sujetos que sean origen del sentido, sino posiciones del sujeto que se constituyen en el interior de una formación discursiva.  Si toda posición de sujeto es una posición discursiva, el análisis no puede prescindir de las formas de sobredeterminación de unas posiciones por otras, del carácter contingente. En el análisis implica un primer momento, el de la dispersión, en una segunda etapa es necesario mostrar las relaciones de sobredeterminación que se establecen entre las mismas. Por ejemplo, el conjunto de prácticas sociales, instituciones y de discursos que producen a la mujer como categoría, no están completamente aislados, se refuerzan mutuamente y actúan unos sobre los otros. Por lo tanto, la categoría de sujeto está penetrada por el mismo carácter polisémico, ambiguo e incompleto que la sobredeterminación acuerda a toda identidad discursiva. Ninguna posición de sujeto logra consolidarse como posición separada, siempre hay un juego de sobredeterminación entre las mismas.

El antagonismo es lo que revela los límites de toda objetividad.  La presencia del otro, del antagonista me impide ser yo mismo; pero tampoco el otro tiene una identidad plena: el ser del otro es un símbolo de mí no ser.  Volvemos a la definición relacional de las identidades.  Plantea Laclau que no necesariamente hay un único antagonista.  Puede haber múltiples antagonistas en lo social, y la producción de efectos de frontera es el principal problema político, es decir, la construcción del adversario. 
No hay que pensar que ese exterior que es antagonista y que posibilita la constitución de la hegemonía suponga un extra discurso.  Son otros discursos.  Pero, ¡cuidado!, discurso quiere decir una totalidad donde son inescindibles las palabras, las acciones, las prácticas.
Sin la apertura de lo social no habría hegemonía.  Dice Laclau que la hegemonía es la construcción discursiva que intenta instituir puntos nodales en un espacio social no suturado.  No intenta dar cuenta de todas las situaciones que se dieron a lo largo de la historia, sino que, en realidad, la articulación hegemónica tiene dos condiciones para que se dé: La presencia de fuerzas antagónicas y la inestabilidad de las fronteras que separan a esas fuerzas antagónicas.  Que las fronteras pueden desplazarse, moverse; que es como decir tienen que existir significantes vacíos para que haya articulación hegemónica. El poder no es nunca fundacional. El problema del poder no puede plantearse en términos de la búsqueda de la clase o el sector dominante que constituye el centro de una formación hegemónica.

En el Medioevo no había prácticas hegemónicas en el sentido en el que Laclau lo plantea.  Había diferencias de poder muy marcadas pero no había una inestabilidad de fronteras.  No había un desplazamiento en la construcción del adversario.  Había más repetición que otra cosa.  La articulación hegemónica se da con la Modernidad, del modo en que Laclau la define.  Porque hegemonía, en definitiva, es una forma de la política, entre otras formas posibles.

A Laclau le interesa mucho hacerle un lugar a las luchas de los nuevos movimientos sociales, es decir, tomar especialmente en cuenta a los movimientos feministas, las luchas en torno de las reivindicaciones de género, a los movimientos ecologistas, que luchan por la preservación del medio ambiente, a los movimientos anti – racistas, a los movimientos de gays y lesbianas, que luchan por el respeto de las distintas inclinaciones sexuales.  Laclau dice que lo que hay que construir es una nueva hegemonía que cree equivalencias entre las diferentes luchas democráticas: feminismo, ecologismo, etc.  Laclau termina el prefacio en la edición a la segunda edición (veinte años después de escrito Hegemonía y estrategia socialista), diciendo que la consigna debe ser construir una nueva hegemonía.

La característica de la operación hegemónica tiene que ver con que, por un lado, hay demandas particulares que son diferentes pero, frente a un antagonista, se vuelven equivalentes y una pasa a representar al conjunto.  Por un lado, sigue siendo una particularidad pero, por otro lado, representa a una universalidad.  Es una identidad doble.  Aquí vemos cómo opera la lógica de la diferencia y la lógica de la equivalencia.  La hegemónica significa que una de esas demandas particulares pasa a representar al conjunto.

10 comentarios:

  1. ¿Y si uno quiere citar esto cómo le hace? ¿Quién es el autor de este resumen?

    saludos!

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  2. Hola Andrea, creo que no podría citarse ya que el resumen es una mezcla entre las clases de prácticos, teóricos y el texto, la autora soy yo jaja. Saludos!

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  3. buenísimo! gracias por compartirlo. Amplia mi propia lectura.

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  4. Luz, me alegro que te haya servido de ayuda :)

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  5. Muy buen resumen, acabo de descubrir a Laclau y de entre todo lo que leí, tu resumen fue lo más claro, ahora sí entendí a Laclau jaja. ¡Gracias! Una pregunta ¿En qué libro podría encontrar condensado todo (o los puntos claves de) su pensamiento? ¿Acaso ese de "Hegemonía y estrategia socialista"?

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  6. Muy bueno, es también algo de lo que hizo el discurso mediático con k, volverlo el enemigo común y hoy es Mauricio el enemigo de todos...

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  7. Muy bueno resumen, más allá q no coincido con las críticas q se le hace al machismo y como le tiran flores a los l a se robaron todo. Yo son imparcial pero su postura me parece un tanto tonta y ridícula. Perdón si ofendi a alguien es mi punto de vista...gracias

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