Freud – La interpretación de los sueños
La clave que Freud ofrece para pensar los sueños, tiene que ver precisamente con no interpretar las imágenes (significante) del sueño como portadoras de un significado, sino pensar la organización del sueño para indagar o preguntarse por lo que significan.
El autor afirma que la formación del sueño se basa en una condensación y trata de explicar cómo se produce. La condensación adviene por vía de la omisión, ya que el sueño no es una traducción fiel ni una proyección punto por punto de los pensamientos, sino un reflejo incompleto y lagunoso. Sólo unos pocos elementos de los pensamientos oníricos alcanzan el contenido del sueño, se pregunta entonces, qué condiciones comandan la elección.
Toma la descripción de un sueño como ejemplo y afirma que sus elementos han sido recogidos en el contenido del sueño porque podían exhibir los contactos más ricos con la mayoría de los pensamientos oníricos y por lo tanto figuran puntos nodales donde se reúnen muchísimos de los pensamientos oníricos. Han sido recogidos porque son multívocos con referencia a la interpretación del sueño. Cada uno de los elementos del contenido del sueño está sobredeterminado, como siendo subrogado de múltiples pensamientos oníricos. No sólo los elementos del sueño están determinados de manera múltiples por los pensamientos oníricos, sino que los pensamientos oníricos singulares están también subrogados en el sueño por varios elementos. La formación del sueño no se cumple como si cada pensamiento onírico singular o cada grupo de ellos brindara una abreviación para el contenido del sueño. Toda la masa de pensamientos oníricos es sometida a una cierta elaboración después de la cual los elementos que tienen más y mejores apoyos son seleccionados para ingresar en el contenido onírico. Por lo tanto la condensación onírica es una notable relación entre pensamientos oníricos y contenido del sueño.
Lo que en los pensamientos oníricos constituye evidentemente el contenido esencial, ni siquiera necesita estar presente en el sueño. El sueño está diversamente centrado, y su contenido se ordena en torno de un centro constituido por otros elementos que los pensamientos oníricos.
En el trabajo onírico se exterioriza un poder psíquico que por una parte despoja de su intensidad a los elementos de alto valor psíquico y por la otra procura a los de valor ínfimo nuevas valencias por la vía de la sobredeterminación, haciendo que estos alcancen el contenido onírico. Si esto se concede, en la formación de los sueños ocurre entonces una transferencia y un desplazamiento de las intensidades psíquicas de los elementos singulares, de lo cual deriva la diferencia de texto entre contenido y pensamientos oníricos. Este proceso merece el nombre de desplazamiento onírico. Al desplazamiento y la condensación oníricos podemos atribuirles principalmente la función de configuración del sueño. El resultado de este desplazamiento es que el contenido del sueño ya no presenta el mismo aspecto que el núcleo de los pensamientos oníricos, y que el sueño sólo devuelve (refleja) una desfiguración (dislocación) del deseo onírico del inconsciente. Podemos suponer que el desplazamiento se produce por la influencia de la censura, la de la defensa endopsíquica.
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